jueves, 24 de noviembre de 2011

To my dark messiah

De entre mis cualidades más preciadas (y a la vez detestadas) existe una que sobresale entre las demás, aquella manía antojadiza capaz de abatir al más alborozado de mis ánimos, ese capricho de desear ver al mundo moverse al compás que mi interés considere más armónico. ¡Esta condición no me permite ser libre! Inconforme recorro los senderos de mi existencia, reformando lo que esté a mi alcance, regocijándome con los ansiados resultados.

Sin embargo, mis singularidades se enfrentan dejándome atado de manos en diversas ocasiones. ¡Desearía sobreponerme a ese desgano, a esa cobardía que me impide revoluciones instituir! Pero las costumbres permanecen tan arraigadas al hombre como su mismísima piel, sólo unos pocos perseverantes son capaces de modificar su esencia hasta convertirse en su ideal y he de admitir que a tales individuos debo yo mi entera admiración.

Más no es conformismo, hay una razón por la cual permanezco inamovible: la providencia, si mi memoria es tan exacta como solía ser, el destino parece favorecerme con constancia. La vida me entrega lo que ambiciono, con la sola acción de desearlo consciente o inconscientemente. Más no por arte de magia, como se podría concluir, sino dándome las armas necesarias para el rotundo éxito de mi designio. Y de manera casual, luego de varios intentos de encuentro, tuve el privilegio de conocer y el honor de acompañar, al que es y será el pintor de mi anhelada realidad.

¡Y ahora que está a mi lado temo, me aterroriza el día en el que por algún motivo ya no sea parte de mi travesía! Las fechas destacadas de cualquier carácter no infunden en mí alegría, sino lo contrario ¡Y soy consciente de que muchos lograrán comprenderme! ¿Qué es un aniversario más que un año menos entre los que restan? Estoy seguro que mi estrella en el firmamento, esa que me ha brindado tan buena fortuna, decidirá apagarse en determinado momento. ¿Y si decide llevarse, de entre las joyas que me ha obsequiado, a la más preciada?

¿Qué sería de mí? ¿Qué sería de mi gris futuro donde implacablemente me aguardará una tragedia tras otra? Si me despojasen del que, con la utilización de sus propias armas, forjará mi esperado porvenir ¿Valdría la pena continuar viviendo, luchando en este lugar donde las esperanzas se pierden al nacer?

Por eso hoy rezo a los dioses, aunque en lo profundo de mi ser esté enterado de que no me escucharán, pidiéndoles que le otorguen una larga existencia, llena de valerosas hazañas y de disruptivos logros que serán recordados por centurias. Y que, por sobre todas las cosas, sin importar lo egoísta que mi plegaria suene, me permitan continuar permaneciendo a su lado.

Ruego también, que la visita del ruin ángel de la muerte, no signifique el absoluto final.


22/11/2011

1 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu blog y hace tiempo que soy tu amigo en facebook. Siento que fue hasta ahora que por fin lo conozco. Magnifico trabajo, saludos \m/

    ResponderEliminar