"Es la primera vez que escribo una carta para pedir perdón, si lo pidiese de frente mi expresión terminaría por traicionarme y dirías que miento, que en realidad poco me importa y que soy un hipócrita, más no es así… suele suceder que mis expresiones engañan y en ocasiones una sonrisa acude a mí sin que lo desee, en el momento menos apropiado. Además de nada sirve divagar en la razón por la que no suplicaré de frente, porque simplemente nunca más te veré de nuevo, para no faltar a la promesa que me hiciste decir, aunque no estuviese de acuerdo.Seguramente ya habrás roto o tirado el reloj de tonalidades naranjas que te regalé para tu cumpleaños número diecinueve, más yo no puedo olvidar los deliciosos postres que me entregaste en algunas ocasiones con tanto cariño, yo los aceptaba gustoso porque eran de chocolate, más nunca antes había adorado tanto el sabor de esos dulces como cuando aderezaban esos regalos.
El día en el cual te conocí llegué un tanto tarde a la cita, no fue mi culpa ya sabes… el tránsito, un poco más de atraso y te hubieses ido, me dijiste casi al saludarme, quizás sería mejor que hubieses tomado esa decisión, así a lo mejor nunca más se hubiese presentado la oportunidad de conocernos y no estaría irreparablemente dañado tu corazón.
Esa tarde me tomaste de la mano y me hiciste entrar a una ridícula y pequeña tienda de instrumentos musicales, la vergüenza me asfixiaba al ver la expresión incrédula del caballero que atendía el lugar, que si no me equivoco no era de nuestro país por su peculiar acento. Tomaste entre tus manos con mucha confianza un violín, y comenzaste a graduar sus tonalidades, tocando luego ligeras secciones de las melodías que recordabas de tus lecciones. Yo sentía, aunque fuese ridícula la idea, que estabas haciendo todo eso para halagarme… verte tocar el violín torpemente mientras que el viento producido por el ventilador esparcía tus castaños cabellos por el aire, era como tener a la vista un ángel dedicando sus esfuerzos a su dios.
Te advertí más tarde en esa misma fecha, que mi corazón pertenecía eternamente a alguien con quién hace poco me había reconciliado, sin embargo he de admitir que desde ese momento hasta la fecha mis sentimientos hacia ti han sido siempre comparables con los de mi gran amor, lo cual me mantuvo en una confusión perpetua mientras fui tu amigo, tú en tu ignorancia inocente creías que solamente jugué contigo ya que no mantenía sentimientos hacia ti, pero te equivocabas… a mi gusto no eras solo una amiga, y no te quería de la misma forma en la que querría a una, era una sensación más similar a la obsesión, al retorcido amor.
Me equivoqué al salir contigo, al comer juntos, al perder el tiempo en compañía de otras personas que no eran de nuestro total agrado, al invitarte a mi casa, al intentar bailar junto a ti, al besarte… al hacer creer al mundo que efectivamente eras mi pareja. Cometí mis graves errores quizás por mis indecisiones, mis celos sin tener potestad de tenerlos, mi sentimiento de posesión y por sobre todo mi ego que no me permitía apartarme de ti sabiendo a la perfección que lo de nosotros no tenía futuro alguno. Lo lamento, es la única vez en la que lastimar a alguien ha marcado mi alma… ya ha transcurrido considerable tiempo y sigue sin pasar tan solo un día en el cual no piense en ti.
Pienso a veces que ni tú me recuerdas tanto como yo lo hago, a lo mejor utilizaste los comunes métodos de insultar al que quebró tu corazón, de intentar olvidar completamente al que rompió tus sueños. Sin embargo yo no puedo dejar de pensar en ti y aún no me decido ¿Es amor lo que siento, o es el sentimiento de culpabilidad más intenso que alguien pueda tener? Sigo sin dar respuesta a esa pregunta, pero a pesar de eso algo me hace pensar que es simplemente una combinación de ambos sentires.
Te pido por favor mis más sinceras disculpas, no me guardes rencor, no me odies… más no me ames, espero el día en el que nuestros caminos se crucen, aunque sea prohibido."
0 comentarios:
Publicar un comentario