Angelus Daemoniăcus Si iniciamos por las más finas emociones que un humano ha de sentir, me enaltezco de nombrar como bajo vívidos recuerdos soy acreedora de potencialmente los más exquisitos que han de existir en la vida. Como si se tratase de una linterna rotatoria que de mi alma hace emerger a las memorias perfilándoles a mí, recalcaba aspectos de los que me hago orgullosa, ya que, en la vida he conseguido el mayor de éstos y sería el fenómeno de la abstracta atracción.
-Una noche más, un crepúsculo ha de iniciar y otro ya fallecido está. Su presencia, acólito de mis fantasías, magnate de la omnisciencia, pecador sanguinario ¿Dónde está tu presencia cuando más he de necesitarle? Si de una sombra se tratase, le hallaría con facilidad, mas se trata de la lumbre entre la oscuridad. Luz y oscuridad, aquí retratados como opuestos atraídos inevitablemente por coplas populares cuya mención especial es siempre al encuentro de ángeles y demonios... pero ¿Quién es el demonio y quién el ángel? Me ha cautivado bajo esa expresión que simula lo apacible, lo benigno y benévolo, implacable e inmaculada piel, un ser más cercano a lo celeste en su apariencia, pero vil y siniestro cuando puedo observar en su alma. Su mirar siempre dándome ese reflejo de lo que me ha de pertenecer, sus sentimientos, muestran ese vacío de vida y de interés, ya que son fijados sólo a mí, por mí y para mí, el vulgo no se puede hacer acreedor de mi entidad celestial-demoníaca.
Avancé hasta encontrarme de frente al vitral principal de mi alcoba. Pude apreciar con la amplia expectativa de su llegada, teniendo previsto su aparición por lo acordado en la anterior ocasión. Silencio, sólo eso podía manifestarse en la lejanía del horizonte, donde esta atalaya se volvía la mejor posición para comprender y apreciar las maravillas de la naturaleza: cánticos nocturnos por las bestias serviles, la oposición que daba la flora por su quietud, danzas eternas de la cacería y la seducción de la brisa hacia los árboles sacudidos por su intensa sugestión brindada. Lo más digno de resaltar, era el enmarcado y pintoresco firmamento que plasmaba nuestro romance con analogías leves, estrellas que cada una contaba una historia de nuestras noches… Largas noches.
- Veo que has llegado, espero que no hayas podido presenciar mis pensamientos. –Sonreí halagada por la perfecta forma en que acopló su efigie hacia la mía. Se hizo poseedor por la fuerza de mi cintura, más no hubo restricción o muestro de desagrado por sus acciones, totalmente lo contrario, la prosperidad a esa tormenta de pensamientos había llegado, al fin mi caballero celestial y demoníaco me tentaba a recorrer una vez más los placeres de la vida, de lo real y de lo ficticio. Son estos placeres tan banales y simples, que dan la verdadera hegemonía del humano, como con un beso, con una caricia, con un abrazo tan mustio… Se pueden expresar tantas emociones.
Sebastian Michaelis
Happy B-day ~
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Daemonium Caelestis
El resplandor del antiguo candelabro se apoderaba de cada rincón de la estancia, absorbía cada partícula de oscuridad, devorándola o arrinconándola en las esquinas más profundas e imperceptibles del lugar y así, conforme los aposentos se iluminaban, mis pensamientos se esclarecían. Visiones que dibujaban con maestría la silueta de mi más preciada musa me hacían desentrañar los secretos de su alma con tan sólo el recuerdo y la figuración ficticia de su aspecto. Ahora me encontraba en soledad, pero no, no había olvidado la promesa de visitarla, con sólo desearlo la iluminación cesó contra su voluntad y permanecí envuelto en completa oscuridad, más mis pensamientos continuaron intranquilos tras las barreras de mi mente.
Convenientemente la luna estaba en su punto álgido, formando una perfecta esfera luminiscente, astro tan atractivo para nosotros los amantes de la noche, sin embargo si se analizaba profundamente tal afirmación, no era del todo verdadera. Amantes de la noche, cuyo requisito primordial era el de apreciar la claridad entre las sombras, ser cautivados por lo claroscuro, bondad y maldad, pureza y lujuria. Eran esos seres los que se veían atraídos por noches como aquellas, los que vivían en completas tinieblas jamás apreciarían el firmamento tachonado de delicadas estrellas acompañadas con el mayor astro nocturno, sino que huirían de tal escenario.
Sin tomarme la molestia de percatarme del tiempo que había transcurrido desde que dejé mi hogar, me encontré ya en frente de donde se encontraba la propietaria de mi afecto y mi pasión. Observaba el paisaje, abierta a percibir todo lo que fuese necesario con el uso de sus sentidos completos: sentía la brisa colarse por el ventanal, parecía admirar embelesada el firmamento, escuchar atentamente desde el más simple sonido de la naturaleza hasta el profundo murmullo oscilante del planeta, se percataba del universo entero menos de que yo estaba a escasos pasos de ella. Pero a pesar de verse tan cautivada por todo aquello, se le veía también abstraída de la realidad, como que si el disfrute de la hermosa noche fuese sólo un adorno a los pensamientos e imaginaciones que su mente creaba, fue inevitable invadirlos un poco, por más insatisfacción que la facilidad y la falta de análisis de tal hecho significara.
Deseé tenerla entre mis brazos al advertir lo que inundaba su mente, un anhelo de mi presencia, ternura y atracción en iguales partes para conmigo, cientos de pensamientos que me halagaban, ansié expresarle mis sentimientos de la misma manera. Me materialicé frente a ella abrazándola en el acto, la cubrí protectoramente tomándola suavemente de sus más agraciadas curvas femeninas, percibiendo su deliciosa esencia, aquella que me inspiraba cariño y que a la vez despertaba en mí las más ingentes pasiones. Mantuve el abrazo largo tiempo, hasta que este tuvo que ser roto, en ese momento acaricié su mentón y lo elevé ligeramente, hasta que pude tener una vista clara de su rostro y sus ojos iluminados por el brillo lunar.
En ese momento, gracias a la escena que observaba, recordé los pensamientos que albergué junto con la tenue luz de las velas, minutos atrás. Su nívea piel, la inocente expresión que sus rasgos formaban, los sentimientos puros que su corazón alojaba, esos pensamientos nobles que se aposentaban en su mente, todo aquello la hacía la dama más celestial y bella, pero por otra parte, repasando en mi imagen mental su apariencia interior y exterior, pude denotar una vez más algo que ya sabía, existía una especie de maldad y perversidad en sus adentros, en sus miradas, sus expresiones, sus pensamientos y opiniones. Pero esto no era para nada algo contraproducente, más bien eso la hacía perfecta para mí, la dosis de variedad que en ella se personificaba era altamente comparable con la mía propia, sólo que en este caso era a la inversa, lo oscuro era lo más prominente en mi ser, pero retazos de rasgos angélicos se hacían presentes en mi inmortal existencia, por sobre todo en mi apariencia, además de algunas de aquellas debilidades más puras de los humanos.
Tal noción me causo más euforia de la usual, hecho que daría como consecuencia una velada más hermosa que cualquiera de las ya pasadas, todo inició en aquel momento con el beso más tierno y apasionado que pudiese brindarle en mi existir, una combinación algo difícil de lograr pero posible para nosotros dos, propietarios del equilibrio y símbolos del mismo.
Thornevald
Happy Birthday my dear~
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